Una teoría referencialista y causal del contenido mental postula que el referente de un concepto es todo lo que metafísicamente se requiere para dar cuenta del contenido de dicho concepto (Fodor & Pylyshyn, 2015). Para entender este punto, considere el término o palabra “gato” que normalmente utilizamos para hablar acerca de algún exponente de la categoría de los gatos (e. g., Garfield, el gato de la familia Clinton, Trufa, etc.). Según la teoría en cuestión, el término “gato” puede ser (correcta o incorrectamente) utilizado para ese propósito porque su significado deriva de una representación mental que los filósofos denominan el concepto GATO, cuyo significado original es, a su vez, aquel objeto del mundo que satisface condiciones para ser su referente (i.e., aquel tipo de objeto que, para el caso de nuestro ejemplo, satisfaga las condiciones requeridas para ser un miembro genuino de la categoría gatos). A partir de esto último, se puede hacer la diferencia entre contenido derivado y contenido original (Adams & Aizawa, 2008)—por ejemplo, entre aquello que hemos caracterizado como el significado de una palabra y aquello que hemos caracterizado como el significado o, más precisamente, el referente de un concepto, respectivamente. De esto se sigue que una teoría referencialista del contenido mental se reduce a una teoría referencialista del contenido conceptual, porque es en estos últimos donde yace el contenido original a partir del cual se deriva el contenido de otras estructuras representacionales (mentales o extramentales).
Los teóricos que intentan elucidar naturalistamente el problema de la semanticidad de lo mental suelen hacer distinciones más sofisticadas cuando hablan acerca de ‘contenido’, ‘significado’, ‘referente’ (o incluso ‘sentido’). Para el tipo de referencialista al que se alude en este posteo, las cosas son más simples, en un sentido teórico interesante, ya que todas esas nociones se reducen a una: referencia. Por esta razón, las respuestas que ofrece un teoría referencialista a preguntas tales como ¿qué hace que una palabra signifique la que significa? o ¿qué hace que un estado mental signifique lo que significa? (etc.) simplemente se reducen a una: lo que hace a todas esas cosas tener un significado (o un contenido, o un sentido, etc.) es aquello que está originalmente implicado en hacer (o, más precisamente, causar en virtud de alguna ley natural) que los conceptos relevantes tengan el significado (o el contenido, etc.) que poseen, a saber, el referente de dichos conceptos.
Ninguna de las teorías del contenido conceptual conocidas ofrece una explicación satisfactoria que abarque todos los tipos de conceptos que presumiblemente constituyen las estructuras que posibilitan nuestros procesos mentales (tal como las palabras de una lengua natural constituyen las oraciones que se forman a partir de esas palabras). Hay teorías interesadas en conceptos simples que expresan clases naturales (e.g., GATO, TOMATE, ÁRBOL, etc.), y otras más interesadas en explicar estructuras conceptuales complejas que pueden abarcar sistemas de creencias con límites muy difusos (e.g., teorías acerca de todo lo que sabemos sobre las ballenas en distintos momentos del desarrollo de una persona, etc.). La tarea de comparar el grado de plausibilidad de las diversas teoría de conceptos en oferta, con respecto a la respuesta que ofrecen al problema del contenido mental, es problemática porque cada teoría está inevitablemente comprometida con supuestos sustantivos acerca de la naturaleza de su objeto de estudio que determina el alcance y la pertinencia de lo que se estudia. Puede ser de utilidad para el lector tomar en cuenta ciertas consideraciones similares que Chomsky (1986, chapter2) ha planteado con relación a diversas nociones de lenguaje como objeto de estudio científico. Para el caso de los conceptos, se suele decir que no existen criterios de comparación eficaces, o más derechamente, que las teorías de conceptos son inconmensurables.
Este posteo trae a colación una distinción amplia entre teorías (naturalistas) estrictamente referencialistas y no referencialistas del contenido conceptual (y, por lo tanto, mental). Fodor y Pylyshyn (2015) defienden una versión de las primeras sobre la base de un estrategia de “dividir para conquistar”. Por esto se debe entender un estrategia que posterga casos de difícil tratamiento referencialista, como, por ejemplo, conceptos que son acerca de entidades inexistentes (UNICORNIO), o ficticias (HAMLET), o muy remotas en el tiempo (HAMMURABI), en favor de una teoría que primero logre dar cuenta de (lo que se considere) como casos más centrales. Para estos autores, un teoría referencialista debiera dar cuenta, en primer lugar, de todos aquellos conceptos cuyos referentes caen dentro de lo que llaman nuestro “círculo perceptual” móvil, que nos acompaña cuando nos movemos de un lugar otro. Si esta estrategia fuera viable, entonces podría tener mayor viabilidad la invitación a sacarnos de la cabeza la idea de que dentro de nuestras cabezas tenemos significados. Es decir que, aun cuando en nuestras cabezas tengamos conceptos como GATO, solo sería correcto afirmar que el significado de ese concepto está una parte del mundo fuera de nuestras cabezas. En este tipo de externalismo con respecto al contenido mental, nuestra intuición de que el concepto GATO (que la palabra “gato” expresa) tiene un significado (o “es acerca de algo en el mundo”) se explica porque la propiedad de ser un gato (llamémosle, gatidad) causa la instanciación de una representación mental (que hemos llamado el concepto GATO) en virtud de una cierta ley natural que regula o controla dicha instanciación. De aquí se sigue que solamente el referente de un concepto, y nada más que dicho referente, es lo que metafísicamente se requiere para el concepto sea acerca de algo, donde “ser acerca de algo” debe entenderse como significar ese algo.
Piattelli-Palmarini (2020), autor reconocido abiertamente como “un Fodoriano di ferro”, cree que una semántica sin significados es incorrecta, y, en contradicción a Fodor & Pylyshyn (2015), defiende la versión de una semántica internalista sobre la base de planteamientos anteriormente eleboarados por Chomsky (2020) y Pietroski (2018). Según esta alternativa, nuestra cabezas están llenas de significados, y los referentes quedan desplazados a una posición periférica, de poca importancia y muchas veces indefinida.
Quizás, el Fodoriano di ferro deba volver a leer las respuestas que Fodor dejó para cada una de las críticas vertidas en contra del referencialismo, colocando especial atención a la notas al pie de página, que es en donde a veces la filosofía se confina.
Para muestra un botón (Fodor, 2008):
References
Adams, F. & Aizawa, K. (2008). The Bounds of Cognition, Malden, MA: Blackwell.
Chomsky, N. (1986). Knowledge of Language. New York: Praeger.
Chomsky, N. (2000). New horizons in the study of language and mind, Cambridge University Press, Cambridge.
Fodor, J. A. (2008). LOT 2: The Language of Thought Revisited. New York: Oxford University Press.
Fodor, J., & Pylyshyn, Z. (2015). Minds without meanings: An essay on the content of concepts. Cambridge, MA: MIT Press.
Piattelli-Palmarini, M. (2020). Minds with meanings (pace Fodor and Pylyshyn). Rivista internazionale di Filosofia e Psicologia, 11(1), 1-18.
Pietroski, P. (2018). Conjoining meanings: Semantics without truth values, Oxford: Oxford University Press.
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