December 12, 2010

¿Una pesca milagrosa?




El interés de este comentario (o del comentarista, más bien) se centra en cierta tesis de origen experimental según la cual, en la base de cualquier conducta inteligente, se puede encontrar un esfuerzo compartido entre distintos elementos materiales, con el fin de alcanzar la meta concreta de solucionar alguna tarea determinada.

Dicha tarea suele ser rotulada como de carácter adaptativo o bien con cierta base adaptativa. ¿Y qué más adaptativo que la necesidad de alimentarse? Por eso, he querido plantear un ejemplo de “sistema solucionador de problemas distribuido” que permita ilustrar el punto que se quiere cuestionar, sin desacreditar por completo la posibilidad de un “externalismo representacionalista ingenuo”. Para no hacer muy extenso el presente comentario, bastará decir que por esto último se entenderá la hipótesis de que un agente cognitivo, para actuar como tal, requerirá tanto de una información que esté disponible en el ambiente de la tarea, como de otra que sólo él puede portar, interna y desacopladamente del ambiente físico de la tarea. (Ver Sterelny, 2004)

La pesca con cormorán es un método de pesca tradicional en China que consiste en entrenar a estas aves para pescar en determinados ríos, por ejemplo, en Guilin, una localidad situada al noroeste de la Región Autónoma Zhuang de Guangxi. Para evitar que estas aves se traguen los peses más grandes, los pescadores les atan un hilo o pitillo en la base del cuello. Cuando los peces más grandes quedan atrapados en la garganta del ave, ésta es atraída de vuelva a su bote para hacer que los peces sean escupidos. Naturalmente, este método de pesca tiene sus variaciones tanto por razones históricas como geográficas, pero al menos se pueden enumerar algunos elementos básicos del sistema que, en este caso, estaría resolviendo la tarea cuyo propósito es, digamos, pescar determinado tipo de peces en un determinado lugar. Supongamos, para no desviarnos del punto central, que tales elementos se resumen mínimamente a los siguientes: pescador, bote, cormorán, pitilla, y (la parte del) río o ambiente en que se sitúa la tarea. Habrá que asumir que aquí también se está considerando a todos los constituyentes físicos y/o biológicos que cada uno de estos elementos puede contener. 
 


Desde una perspectiva radicalmente externalista, estos cinco elementos (dos organismos, dos artefactos y un contexto temporo-espacial), podrían ser considerados como “componentes” de un sistema distribuido. Básicamente, lo que esto implica es asumir que el esfuerzo requerido para solucionar una tarea determinada se encontraría distribuido entre tales componentes del sistema de pesca. Desde una perspectiva relacionada - y más relevante a la filosofía de la Ciencia Cognitiva - como lo es el estudio del Razonamiento Basado en Modelos (RBM), habría que poner atención en lo que hemos denominado el “método de pesca”. Si la Cognición Distribuida, desde la perspectiva del RBM, fuera una hipótesis correcta, lo más importante de este método radicaría en la supuesta “negociación epistémica” que tiene lugar en el mismo momento en que los diversos componentes se ensamblan para resolver la tarea (más o menos adaptativa, si se quiere). Si el RBM (extarnalista) estuviera en lo correcto, lo más importante de este método radicaría en la centralidad con la que cada artefaxto (en tanto modelo externo) ha podido actuar como apoyo [affordance] en procesos epistémicos históricos (diacrónicos) y contingentes (sincrónicos) a través de los cuales se puede llegar a contar con un mejor método para solucionar una tarea determinada. Sin embargo, es más o menos obvio que en ambas perspectivas se está asumiendo la pertinencia de una sistema cognitivo extendido.

Una parte importante de las investigaciones en RBM pretenden defender - y fundamentar empíricamente - aquella tesis de complementariedad acople-constitución (o apoyo-constitución, si se quiere) proveniente de las aproximaciones experimentales que han matizado el quehacer de las Ciencias Cognitivas actuales. A partir del ejemplo anterior, se pone en evidencia algo que la simbiosis filosófica-experimental recién mencioanda asume de manera ubicua, a saber, que los denominados componentes del sistema distribuido tienen un valor epistémico autónomo con respecto al componente humano, normalmente considerado una parte más de todo el sistema. Uno podría sostener que este último componente tiene un rol central en el sistema en cuestión, pero a eso se responde (e.g. Clark, 2003) con la posibilidad de que tal centralidad sea desplazada en función de desarrollos tecnológicos futuros. Recordemos que la tesis doble de los natural-born cyborgs sostiene, por un lado, que la mente humana está naturalmente dispuesta a desarrollar y a ensamblarse con las herramientas (o tecnologías) que utiliza, y por otro, que los humanos hemos sido “siempre”, por la misma razón y en mayor o menor medida, cyborgs.

Sin embargo, se pasa por alto el hecho de que es en este “componente humano” donde parece iniciarse la “acción inteligente” (solucionadora de problemas), de una manera distinta a la que podría iniciarla cualquiera de los demás componentes del sistema en cuestión. Basta decir que, para dar inicio a ese tipo de conducta, es necesario contar con información que no está disponible ni en el contexto físico de las tareas que normalmente se aluden por parte de exponentes de las tesis de la cognición distribuida, ni tampoco en los dispositivos [devices] que pueden actuar como modelos para mejorar dispositivos similares. Para plantearlo de una manera simple, la pitilla no informa, por sí sola (o sin la intervención humana), qué tipo de funciones puede cumplir al ser atada al cuello de un cormorán, y es el “componente humano”, no el cormorán, quien puede seleccionar los mejores materiales para tales funciones, dada la conducta intencionalmente guiada del "componente humano" en cuestión.

Ciertamente, con el ejemplo del método de pesca no se despeja la mayor o menor relevancia de los elementos externos al agente intencional a la hora de comenzar a elaborar supuestos modelos internos, pero sí queda claro la necesidad de contar con información fundamental que sólo dicho agente puede portar.




REFERENCIAS

Clark, A. (2003). Natural-born Cyborgs: Minds, Technologies, and the Future of Human Intelligence. Oxford: Oxford University Press.

Sterelny, K. (2004). “Epistemic Artefact and the Extended Mind.” En Schantz, Richard (ed.), The Externalist Challenge. Berlin: Walter de Gruyter.

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