En un plano más amplio que el anterior, las acciones que realizamos en torno al discurso se pueden definir como acciones sociales, puesto que a través de ellas otros nos interpretan, definen y categorizar como actores sociales. El Sr. XX es mi amigo, pero a la vez es un profesor, y a la vez el director de una Institución, y a la vez miembro del gremio docente, y a la vez Ministro de Estado, y así sucesivamente. En el ámbito de la interacción discursiva, mi amigo XX, o el distinguido Ministro XX, va a dar cuenta de todas las funciones sociales, políticas o culturales de la institución, grupo o sociedad a la que pertenece, y lo hará de manera consciente o inconsciente, porque sus interlocutores decodificarán el mensaje considerando muchos de estos planos simultáneamente para entender e interpretar las diversas prácticas sociales del Sr. XX, jerarquizándolas como sea conveniente y relevante a la interacción.
Un subproducto de las observaciones anteriores tiene que ver con cuán responsables somos, entonces, de lo que comunicamos, sin tener total conciencia de sus consecuencias. Esto ha sido especialmente atendido por quienes estudian la manera en que, a través del discurso como acción social, terminamos comunicando, por ejemplo, estereotipos étnicos y con ello reproduciendo el sistema social del racismo (o del machismo).
Ahora bien, así como un texto no puede entenderse solamente como un conjunto de oraciones desconectadas entre sí, las acciones de diversas personas requieren el concurso complejo de variados elementos para ser entendida como interacción discursiva. Como el asunto es complejo y variado no es el caso tratarlo en esta ocasión. Basta con señalar el ‘contexto’ y sus características relevantes para el discurso como son los participantes y el conocimiento compartido, entre otros.
Todo lo anterior permite ilustrar la distinción entre la interacción como parte de un ‘contexto discursivo local’ y las prácticas sociales como parte del contexto global o social’. La interdependencia de ambas dimensiones ha sido propuesta como uno de los objetos de estudio del Análisis Social del Discurso.
La relevancia de esta área de estudio tiene que ver con el rol de las prácticas sociales en la organización de las relaciones de poder social. La estructura del discurso, en su contexto global ya mencionado, está determinada por las formas de control que unos grupos de usuarios tengan sobre otros. Controlar en este caso es hacer que otros actúen (o no actúen) como deseamos, a través de la supervisión aplicada a las acciones o prácticas sociales. A nivel individual, la reproducción de un sistema determinado también se puede llevar a cabo de manera inconsciente, en la medida en que una ideología determinada -comunicada persuasivamente desde un grupo (dominante o no) a otro- se encuentre “legitimada” en nuestras mentes en la forma de “falsa conciencia”.
El concepto de ideología ha sido definido, entre otras formas, como el medio a través del cual los miembros de un grupo pueden coordinar las prácticas sociales que lo definen (y autodefinen) dentro de complejas estructuras sociales frente a otros grupos, en el afán de proteger sus intereses. A modo de ejemplo, podemos mencionar el abuso de poder como un caso especial de ideología, en la que un grupo trata de perpetuar su dominación como tal. Otro ejemplo, se constata en los grupos católicos que supervisan ciertas relaciones sociales sobre la base de un supuesto tácito: Un orden de cosas inevitable e inexorable impuesto por Dios. Claro está, esto último no deja de presuponer que aquellos llamados a ser dominados no sabemos realmente lo que es bueno para nosotros.
Tanto en la dicotomía ‘poder y discurso’, como ‘ideología y discurso’, se ha puesto atención, por un lado, a la existencia de creencias contextuales y, por otro, a la necesidad de expresar identidades grupales o lealtades en el caso de conflicto. Esto es evidenciable cada vez que la persona entrenada analiza el habla (o el texto) como dependiente del contexto que lo genera, y el que a su vez, los usuarios intentan reproducir conforme a su pertenencia de grupo.
Finalmente, es crucial tener en cuenta que esta relación tripartita entre el discurso como acción, el poder y la ideología termina siendo no sólo social, sino también cognitiva por cuanto se funda en representaciones mentales socialmente adquiridas. Estas representaciones nos dicen cual sería la manera en las que se debieran basar nuestras creencias y prácticas sociales. En otras palabras, es en nuestras mentes, porque así se nos programa socialmente, donde está el mundo que damos por hecho. Aquí es, visto al revés, donde comienzan los verdaderos cambios.
Hay cosas que decimos y cosas que decimos. Una de ellas las decimos por decirlas, como cuando nos apretamos los dedos en la puerta (los primeros sonidos). Otras, en cambio, las decimos porque tenemos la intención de reproducir un mundo determinado.
¿Qué mundo estamos ayudando a reproducir cada vez que interactuamos con alguien?
Como siempre, puedo estar completamente equivocado.
Ciudadano B
2 comments:
necesito saber sobre las relaciones que existen entre el poder y la ideologia xfa necesito informacion
Sugiero ir a las fuentes:
http://www.discursos.org/
Saludos.-
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