March 03, 2007

El proyecto de la naturalización del contenido intencional (*)










Uno de los asuntos en los que el profesor Guido Vallejos ha centrado su investigación desde hace al menos una par de décadas se relaciona con los intentos de dar una visión naturalista del contenido intencional de las representaciones mentales. Hasta el día de hoy, dicho proyecto no ha logrado desentrañar la problemática central de manera definitiva, razón por la cual los artículos sobre los que se basa este comentario tienen plena vigencia, a pesar de haber sido publicados a principios de la última década del siglo pasado.
Dentro del marco del denominado ‘realismo intencional’, “posición [filosófica] que sostiene que el orden natural exhibe algo como la intencionalidad intrínseca” (1990: 7), el profesor Vallejos ha caracterizado el desafío del proyecto en cuestión como uno de gran importancia filosófica, toda vez que:

“una formulación de las condiciones de determinación del contenido de una representación que use nociones intencionales llevaría a revivir la vieja creencia filosófica de que el ámbito de lo intencional forma un círculo de nociones que no puede expresarse en términos de otras nociones que no sean intencionales” (1990: 13).

Algunos intentos por una explicación naturalizada del contenido intencional, como los de Fodor y Millikan -según el tratamiento de los artículos en cuestión-, no han zanjado el problema de las condiciones de determinación del contenido, aunque sí han dado luces importantes (desde una perspectiva reduccionista) para evitar el dualismo ontológico entre propiedades naturales e intencionales sugerido en la cita anterior. Otros intentos, como el de Drestke, parecen más conciliadores en relación al conflicto clásico entre una semántica informacional y una ‘semántica de mecanismos interpretativos’. En tanto que los promotores del primer tipo de intentos de naturalización mencionado optan por una perspectiva reduccionista, Drestke trata de incluir ambas semánticas en la explicación del “rol causal que los estados que tienen un contenido desempeñan en la producción del comportamiento de algunos tipos de organismos” (1990: 33). No obstante lo promisorio que resulta ser este último enfoque, no constituye un teoría completa de la determinación del contenido, dado que el interés principal de Drestke (basado en evidencia de tipo etiológica) no es la formulación de tal teoría, sino más bien, como se señaló, la formulación del rol que algunas estructuras que tienen contenido cumplen en la explicación causal del comportamiento.

Vallejos 1991 analiza dos versiones de la TRM (Teoría Representacional de la Mente), la de Fodor y la de Drestke, poniendo especial atención en el rol causal del contenido intencional. La TRM asume que “los estados mentales se caracterizan como relaciones entre un organismo y representaciones mentales y son individuados de acuerdo al contenido de dichas representaciones” (Vallejos 1991: 5). Para mostrar cómo uno de los proyectos bajo análisis termina planteando un elemento de crisis respecto de la versión más ortodoxa del paradigma simbólico (paraguas de la Ciencia Cognitiva clásica), el profesor Vallejos hace un uso práctico de la distinción TRM fuerte/débil propuesta por Stich (1983). Éste último asocia a la TRM débil un carácter ontológico, ya que busca fundamentar un estatus de leyes naturales de las generalizaciones intencionales provenientes de la psicología. A su vez, se asocia a la TRM fuerte el propósito de “integrar el contenido como un factor productivo en la explicación causal del comportamiento” (Vallejos 1991: 5), cumpliendo así el objetivo propio de una teoría naturalista de la intencionalidad. Dada esta distinción, las propuestas de Fodor y Dretske se caracterizan como TRM débil y fuerte, respectivamente. Aquí, la cuestión de fondo es determinar cuán acertadas o iluminadoras son las propuestas en relación a una fundamentación filosófica de la psicología.

Así, la versión débil de la TRM propone que los “sistemas cognitivos son sistemas procesadores de la información en los cuales lo que parece tener preponderancia para los efectos de la actuación cognitiva son las reglas o patrones formales que guían el procesamiento de la información” (Vallejos 1991: 20). Fodor intenta –infructuosamente, según el autor- conciliar esto con una teoría del rol del contenido que cause y explique el comportamiento. Alternativamente, la versión fuerte de la TMR propone un sistema cognitivo que hace “uso de la información proporcionada por su entorno con el objeto de determinar su conducta” (Ibid).
Es esta última propuesta la que marca un hito tanto en relación a los intentos alternativos por naturalizar el contenido intencional (contenido restringido v/s contenido amplio) como en relación a aquellos que buscan describir sistemas cognitivos situados con mayor plausibilidad biológica.




(*) Este comentario está basado en los siguientes trabajos del profesor Vallejo:

Vallejos, G. (1990). Realismo intencional y naturalización del contenido. Lenguas Modernas 17: 5-34
Vallejos, G. (1991). La Teoría Representacional de la Mente y el rol causal del contenido intencional. Lenguas Modernas 18: 5-22

Otras fuentes primarias:

Drestke, F.I. (1981). Knowledge and the flow of information. Cambridge, MA: MIT: Press.
Drestke, F.I. (1988). Explaining behavior: Reasons in a world of causes. Cambridge, MA: MIT: Press.
Fodor, J.A. (1987). Psychosemantics: the problem of meaning in the philosophy of mind. Cambridge, MA: MIT press.
Fodor, J.A. (1991). Replies. En B. Loewer and G. Ray (Eds.). Meaning and Mind: Fodor and his critics. Oxford: Blackwell.
Stich, S. (1983). From folk psychology to cognitive science. The case against the belief. Cambridge, MA: MIT Press.

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