November 12, 2006

La mente como materia – Parte II






















Hay dos experimentos que pueden ayudar a introducir este comentario:

1) Un sujeto, sentado en una pieza en total oscuridad, mira fijamente una fuente de luz, a la cual debe apuntar con un dedo. Repentinamente, una nueva luz aparece en la periferia y el observador tiene que mover sus ojos y el dedo rápidamente hacia este objetivo. Mientras sus ojos transitan hacia la luz, los investigadores la mueven un poco hacia la izquierda o a la derecha. Ni los ojos ni el dedo tienen problemas para corregir esto, y ambos coinciden con el objetivo. Si n embargo, el sujeto reporta no haber notado el movimiento que tuvo el objetivo móvil (la segunda fuente de luz), a pesar de que el sistema oculomotor realizó la corrección automática. Todo lo que se percibe, según el sujeto, es un par de fuentes luminosas, y la tarea en que sus ojos y dedo índice deben realizar un movimiento hacia dichos objetos.
2) Pacientes con problemas de anoxia inducida por monóxido de carbono muestran un déficit neurológico selectivo. No pueden reconocer, visualmente, objetos o formas. Al ser consultados si una ranura alargada está en posición horizontal o vertical, ellos se ven en la obligación -reportan- de tener que "adivinarlo". Sin embargo, al tener que introducir una carta por la ranura, lo hacen sin el menor esfuerzo, rotando la carta de manera apropiada. Acto seguido, cuando al sujeto se le muestra la ranura, luego se apaga la luz y se la hace esperar unos segundos antes de insertar la carta, el sujeto falla. El mismo tipo de sujetos no muestra problemas para alcanzar y tomar objetos como una taza, aunque nieguen ver dichos objetos.

El primer ejemplo lo proporciona Koch y Crick; El segundo ejemplo es un caso clave en las propuestas de Milner y Goodale. Ambos, son parte de la evidencia contundente que apunta al funcionamiento inconsciente de sistemas sensorio-motores en primates como los humanos. Dicho funcionamiento estaría en la base de la cognición superior, característica en este tipo particular de primates: nosotros. El hecho de que al conducir nos dejemos llevar absolutamente por el cuerpo, sin pensar una intención o planear cada uno de nuestros movimientos, es prueba de que gran parte de nuestras vidas está siendo operada por este tipo de sistemas previos a toda función consciente. Bien lo saben el bailarín profesional o el montañista experto. Ellos correrían un gran riesgo si tuvieran que razonar cada cosa que hacen en la práctica de sus disciplinas. Este “zombi” sensorio-motor que nos mantiene vivos es probablemente el que predominó durante buena parte de nuestra evolución, y es, a la vez, prueba de que no existe discontinuidad alguna entre nosotros y el resto de los mamíferos.
Es cierto que los ejemplos dados se vinculan sólo al sistema de la visión. De hecho, lo que estaría “fallando” en el sujeto estudiado que no logra ser consciente de lo que ve no es su retina, por nombrar uno de los elementos de lo que se ha denominado la inteligencia de tipo Cambriana, i.e., aquella vinculada a la percepción y que sería previa a la integración neuronal compleja, propia de un sistema nervioso evolucionado, que es donde sí está ocurriendo la falla. No obstante, la nueva inteligencia artificial, mejor ilustrada con las propuestas de Brooks, así como los hallazgos de la neurociencia, ya están dando importantes frutos en la explicación biológica o naturalizada de la conciencia. Atrás van quedando las interpretaciones pseudocientíficas de este último ámbito, que solían mistificarlo como una dimensión inaccesible científicamente y totalmente subjetiva, al alero de los enfoques filosóficos dualistas de inspiración religiosa y popular.



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