Que los estados mentales tengan un contenido intrínsicamente natural, llevado a cabo por vehículos biológicos circunscritos al cerebro, o, alternativamente, que el contenido de nuestra mentalidad sea el resultado distribuido de una compleja coordinación extendida a lo largo de la tríada cerebro-cuerpo-ambiente, llevada a cabo por vehículos materiales de naturaleza híbrida, responde a dos visiones distintas respecto de la naturaleza de lo mental.
La primera visión surge de los intentos por dar cuenta de la naturaleza del contenido intencional de las representaciones mentales como parte del orden natural de las cosas, y se ubica en el marco de los desarrollos más actuales del paradigma simbólico/representacional clásico de la cognición. La segunda visión, aparentemente, surge de las propuestas anti-representacionalistas (aún una cuasi teoría) del funcionamiento cognitivo, que tienden a fundar sus modelos desde una perspectiva (más o menos radicalmente) corporalizada, dinamicista, distribuida y situada.
En “
Intrinsic content, active memory and the extended mind”, Clark (2005) intenta contra-argumentar la crítica proveniente de los defensores de la primera visión anteriormente señalada. En un primer lugar, el filósofo remarca la falta de certeza respecto de la existencia de un contenido intrínsecamente natural(izado), razón por la cual esgrimir dicho tipo de contenido sería un débil argumento para establecer la total irrelevancia de ciertas estructuras no biológicas como soporte del contenido de la mentalidad. Un segundo contra-argumento cuestiona el supuesto carácter no-convencional o no derivado (“la marca de lo cognitivo” según Adams y Aizawa 2001) de cualquier código representacional interno (como el mentalés Fodoriano). Así, si aceptamos que un contenido de tipo intrínseco, confinado en la cabeza, debe utilizar la trama neuronal como vehículo biológico, también debiéramos estar dispuestos a aceptar que dicho tipo de contenido pueda ser soportado por cualquier estructura que logre sustituir el funcionamiento de dicho entramado neuronal (ya se trate de piezas de silicona implantadas en el cerebro o algún tipo de agente artificialmente evolucionado). De esta manera, se insiste, la explicación cognitiva se debiera centrar en el
tipo de vehículo material capaz de soportar el contenido de nuestro accionar cognitivo, lo que, según Clark, se manifiesta en un complejo material que se extendería en relaciones causales más o menos complejas y recíprocas entre nuestros cerebros, cuerpos y ciertas estructuras no biológicas con las que nos acoplamos al ambiente, que ciertamente incluyen aspectos físicos del ambiente en sí mismo (
Clark y Chalmers, 1998),
fundamentalmente determinado por lo que hacemos (
Prinz y Clark, 2004).
El artículo proporciona ejercicios de pensamiento, evidencia científica y agudas observaciones (recapitulando lo expuesto en libros y varios artículos relacionados del autor) orientadas a fundamentar la hipótesis de la ‘mente extendida’, sobre la base de un entendimiento alternativo de nuestros cerebros: ya no como el ámbito exclusivo del vehículo biológico de algún tipo contenido intrínseco, sino como un controlador de la acción ecológica cuya plasticidad neuronal es capaz de externalizar activamente, vía ‘hibridación cognitiva’, el verdadero contenido (énfasis del autor de este comentario) de lo mental.
Referencias
Clark, A. 2005.
Intrinsic content, active memory and the extended mind. Analysis 65.1, pp. 1-11 Adams, F. and K. Aizawa. 2001. The bounds of cognition. Philosophical Psychology 14.1: 43-64Clark, A. and D. Chalmers. 1998. The extended mind. Analysis 58:7-19Prinz, J. and A. Clark. 2004. Putting concepts to work: some thoughts for the 21st century. Mind and Language 19:1: 57-69.
1 comment:
Don Bernardo:
He leído su comentario al artículo de Clark, lo que me motivó a leer el texto del propio Clark (gracias por las referencias de la polémica con Adams). No veo hasta qué punto pueda desprenderse la feliz conclusión que usted extrae en su comentario --que estaríamos frente a, o, si se quiere, cercanos a, lo que usted denomina con énfasis el verdadero contenido cognitivo. La primera nota al pié de página del artículo de Clark me impide hacer algún sentiddo del optimismo expresado por usted. Allí Clark advierte, siguiendo a Dennett, que se hace eco de la falacia de que lo que se diga de los portadores es también aplicable, no sé si provisionalmente, al contenido portado por ellos. Ahora, si los portadores son tanto externos como internos --lo que hace plausible la tesis hibridación-- no soy capaz de ver cómo pueda seguirse (a no ser que tenga una fe ciega en la falacia dennettiana) que el contenido de esos portadores tenga que compartir esas propiedades, hasta el punto de negar la posibilidad de la intencionalidad intrínseca. Si se cree en la falacia, pueden seguirse muchas cosas respecto del contenido la mayoría de las cuales repugna nuestras intuiciones más básicas respecto del contenido. No puedo referirme a ellas ahora, ya que un extraño sentimiento de ausencia y agobio mnemónico --como el pobre y desorientado individuo con notebook y alzheimer del ejemplo de Clark-- me invade.
Saludos. Felicitaciones por la labor que realiza a través de su blog.
Guido
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