El talón de Aquiles del paradigma computacional-representacional clásico se encuentra en la pregunta no resuelta acerca de cómo hacen las representaciones mentales para ser acerca de algo, sin que dicha explicación proponga supuestos sobrenaturales.
El paradigma clásico de la cognición -la propuesta vigente más robusta acerca del funcionamiento de la cognición- caracteriza los procesos mentales como computacionales. Esto asume el uso de símbolos “portadores de información” sobre los cuales tienen lugar procesos de transformación serial (i.e. algorítmicos), en virtud de la sintaxis que dichos símbolos poseen. Adicionalmente, el paradigma (y quienes lo defienden) asume que dichos símbolos poseen una semántica, gracias a la cual tienen un contenido capaz de “representar” entidades y eventos externos a ellos mismos.
La explicación naturalizada del contenido intencional de las representaciones mentales daría un legítimo carácter científico a su estudio, dada la existencia de un “contenido intrínsicamente natural” subsumido en dichas representaciones. Dicho estudio debiera, además, dar luces acerca de la causalidad eficiente del contenido intencional en la explicación del comportamiento. Ambos aspectos ayudarían a resolver el problema de la fundamentación filosófica de la psicología y de las ciencias cognitivas, en el marco del paradigma señalado inicialmente.
No obstante, nada parece indicar, por el momento, que el desafío en cuestión esté pronto a resolverse, en la línea señalada. De hecho, la validación del carácter natural del contenido intencional ha sido resistida por fisicalistas reductivistas y por epifenomenalistas irreductuvistas. Los primeros esgrimen la necesidad de que la psicología, para ser una ciencia natural, debe ser reducible a la física. Los segundos esgrimen la necesidad de consolidar la psicología como una disciplina autónoma, fundada en la irreductibilidad de lo intencional.
En el contexto filosófico del Realismo Intencional, las pocas propuestas que incluyen intentos por dar luces acerca de las condiciones de semanticidad de las representaciones mentales han sido -hasta donde alcanza el entendimiento del autor de este comentario- parciales algunas, y débiles otras. Esto, en el sentido que o bien dichas propuestas se han centrado principalmente en la causalidad de lo intencional para la explicación del comportamiento, o bien han restringido el problema de las representaciones sólo a las condiciones de posesión, sin poner suficiente énfasis en las condiciones de semanticidad de lo intencional, ni en las condiciones de individuación de las mismas representaciones mentales.
Parece válida, como motivando soluciones alternativas, la interrogante Aristotélica de si realmente es necesario que en la individuación de conceptos exista algo adicional a lo configurado por los mismos objetos que constituyen los conceptos.
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