May 27, 2007

La postura “intracranealista”











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Adams & Aizawa (In Press) reafirman, en contraposición a las posturas que ellos denominan “transcranealistas”, que los procesos cognitivos se circunscriben a lo intracraneal, y que “it is recognition of the distinct type of information processing capacities of the brain, rather than mere prejudice, that has inclined orthodox cognitive science to the view that cognitive processing is, in all actual cases, an intracranial affair” (p. 7). Se sostiene, desde dicho supuesto, que al plantear la extensión de los procesos cognitivos fuera de la cabeza se incurre en una “Falacia de Acoplamiento-Constitución” (i.e. todo lo que se acopla es parte constituyente del proceso cognitivo), y en una insensibilidad para distinguir entre lo cognitivo (i.e. procesos cognitivos soportados por un contenido representacional intrínseco no derivado, según A&A) y lo no cognitivo.

Un primer argumento en relación a la falacia mencionada se ilustra a través del funcionamiento del termostato bimetálico. Este sistema emplea una tira especial de metal para abrir o cerrar un circuito según la temperatura. La tira está formada por dos metales unidos, cada uno con un coeficiente de dilatación térmico distinto. El termostato está dispuesto de forma que, al calentarse la tira, ésta se curva (hacia el metal con menor coeficiente de dilatación) y desconecta el circuito[1]. Así, la dilatación o contracción de la tira metálica se puede entender como acoplada a la temperatura ambiente de una habitación y a su sistema de aire acondicionado (un ejemplo similar, pero más emblemático, se ha propuesto por van Gelder (1999) respecto del funcionamiento del governador Watt). Sin embargo, acotan nuestros autores, de este sistema no se puede concluir que el funcionamiento de dilatación y contracción de la tira se extienda más allá de los límites de la tira metálica misma hacia la habitación o al sistema de aire acondicionado.

El argumento anterior, a ojos de este comentarista, parece incluir un vicio analógico. Dicho vicio se presenta al relacionar el funcionamiento de la tira metálica con algún procesamiento cognitivo inherentemente intracraneal, en tanto que la analogía correcta se da cuando la tira se asocia al entramado neuronal. Desde este punto de vista, resultaría razonable pensar que lo neuronal tiene un carácter intracraneal que no es incompatible con un procesamiento acoplado que incluye el resto del cuerpo y otros componentes relevantes externos. Como se ha planteado la analogía originalmente, se corre el riesgo de implicar la existencia de un “algo especial” que afecta exclusivamente al sustrato físico del proceso de extensión/dilatación de la tira, pero que no podría afectar (por razones también “especiales”) al sustrato físico de los procesos en curso de ninguno de los otros elementos que, por mera contingencia, son parte del sistema descrito, dado que ese “algo especial” sería intrínseco sólo de la tira en cuestión. Por su puesto, siempre está la opción poco elegante de decir que aún hay “cosas especiales” que no se han descubierto. En cambio, lo que se extiende, según la hipótesis de Clark & Chalmers (1998), no es el sustrato físico intracraneal, sino más bien el papel que éste juega como parte de alguna rutina cognitiva. Desde este punto de vista, el locus de la cognición se distribuye acopladamente en los elementos putativos de la cognición. Estos pueden incluir el ‘uso’ de dispositivos biológicos internos, o el uso de artefactos externos, con el sólo propósito de guiar la acción hacia alguna forma de comportamiento inteligente. Opción, la de C&C, que (de ser cierta) no tendría que esperar el descubrimiento de ese “algo especial”, sino más bien la oportunidad de tornarse más popular para desencadenar la miríada de experimentos necesarios para confirmar la hipótesis. Experimentación de la que naturalmente carece por tratarse de una hipótesis tan joven. Dicho esto, el argumento de la falacia en cuestión, para ser tal, parece requerir un fundamentación más consistente, puesto que, como ha dicho Hutchins (2000), es necesario (para evitar dificultades gratuitas) “to distinguish the cognitive properties required to manipulate the artifact from the computation that is achieved via the manipulation of the artifact”[2].

Sin embargo, A&A (por mero prejuicio, si atendemos a los “transcranealistas”) insisten en plantar la existencia de un procesamiento neuronal, basado en cierto contenido representacional intrínseco, que lo haría distinto incluso de otros procesos neurofisiológicos regulares. Lamentablemente para todos los interesados (lo que por su puesto incluye a quien escribe), hasta nuevo aviso dicha teoría naturalizadora del contenido mencionado sigue siendo un misterio. Esto último, por su puesto, no puede ser argumento para negar su posible materialización.

La falacia que realmente parece surgir de lo expuesto por A&A es el supuesto de que la Hipótesis de la Mente Extendida postula que todo caso de funcionamiento acoplado posible sea uno de tipo cognitivo. Esto es lo que da pie a la caricaturización de diversas situaciones utilizadas con el fin de fundamentar la denominada “Falacia de Acoplamiento-Constitución”. En este sentido, se ha intentado mostrar como un caso relevante, por ejemplo, el funcionamiento acoplado del sistema que formaría la interacción entre una bola de Bowling que rueda y la superficie de la pista, consiguiendo (idealmente) la caída de los pinos (o bolos). Se argumenta con esto que “the process of the ball’s spinning does not extend into the surface of the alley or the pins” (A&A. (In Press) p.14). Precisamente por estar completamente de acuerdo con lo citado, tampoco resulta correcto sostener que las neuronas que forman parte de un régimen de meta-estabilidad cerebral se extiendan fuera de sí mismas, cuando se despliega alguna rutina cognitiva.

No obstante, claramente se puede afirmar que A&A intentan sostener (con la misma vehemencia que sus contradictores) que el funcionamiento neuronal (posiblemente uno especial) se sustenta en algún tipo de contenido “no derivado” (sin mayor especificación) que lo define como el locus de lo cognitivo (ahora, eso sí, no se aprecia con claridad dónde iría esto en la rotación de la bola de Bowling), lo que a su vez desacreditaría la Hipótesis de la Mente Extendida.

Con todo, dado que el asunto sigue estando muy lejos de zanjarse a favor de una u otra postura, corresponde concluir con justicia (para no caer en la tentación de los fuegos de artificio cognitivos) y señalar que, por mucho “animismo” que aún parezca haber detrás del enfoque más conservador, los denominados “amigos de la mente extendida” siguen sin poder establecer un caso verdaderamente plausible a favor de su propia hipótesis, en tanto la Mente misma continúe presentándose como una “bolsa de trucos” sin límites definidos. Algo más o menos como esto último es de lo que nos ha querido advertir el profesor Vallejos, quien gentilmente ha comunicado certeras observaciones respecto de aquel comentario que afirma con dramatizado optimismo la configuración y consolidación definitiva de un contenido extendido de la cognición.



[1] Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

[2] Corresponde precisar que esta distinción no es incompatible con el compromiso teórico Clarkeano de la extensión de la agencia cognitiva. En comunicación interna (como se estila decir cuando uno intercambia mails directamente con el autor, y éste tiene la gentileza de responder sin demora) , E. Hutchins nos ha ratificado su convicción respecto a la visión extendida de la mente en el modo propuesto por Clark & Chalmers (1998)


REFERENCIAS

Adams, F. and Aizawa, K (In press). Why the Mind is Still in the Head. In M. Aydede and P. Robbins (eds.) Cambridge Handbook of Situated Cognition (Cambridge University Press)

Clark, A. (2006). Coupling, Constitution and the Cognitive Kind: A Reply to Adams and Aizawa.

Hutchins, E. (2000). Distributed Cognition. University of California, San Diego. IESBS Distributed Cognition

van Gelder, T. (1999) Revisiting the Dynamical Hypothesis. Preprint No. 2/99, University of Melbourne, Department of Philosophy.

Clark, A, and Chalmers, D. 1998. The Extended Mind. Analysis 58:1: 7–19.

- Reprinted In The Philosopher's Annual vol 21-1998. Ridgeview, 2000: 59-74.

- Also reprinted in D. Chalmers (ed) Philosophy Of Mind: Classical and Contemporary Readings. Oxford University Press, 2002.
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